El placer de conducir
- Raúl Rodríguez
- 23 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Mazda había puesto el listón muy alto con la llegada del MX-5, un vehículo que despertaba admiración allá por donde pasaba y que poco a poco se convertía en un coche de culto para aquellos a los que le gusta sentir el placer de conducir. Sin embargo, la firma japonesa ha vuelto a superarse con la llegada de su versión RF (Retractable Fastback), en la que sustituía el techo de lona por un techo rígido. Este techo duro retráctil de tres piezas le confiere a este coupé una personalidad muy definida mostrando una línea elegante.
Otra de las peculiaridades de este modelo es el tiempo de apertura y cierre de la capota. Desde el momento en el que pulsamos el botón que hay en la consola, el sistema tarda trece segundos en abrirla o cerrarla. Incluso se pude hacer con el vehículo en movimiento, pero siempre con una velocidad no superior a los diez kilómetros por hora. La cuarta generación del Mazda MX-5 destaca por su irresistible diseño. Su altura al suelo, 1.230 mm, es otra de las características que acentúan su deportividad. Como todo buen coupé, ese carácter lo otorga también los 3915 mm de largo, pero con una gran batalla, 2310 mm, lo que permite un amplio espacio interior. La parrilla frontal mantiene la filosofía Jinba Ittai de unión entre el coche y el conductor. A pesar de su poca altura, su acceso no es excesivamente complicado, lo mismo que salir del mismo, algo que en otros modelos es mucho más complicado. Evidentemente el puesto de conducción es mucho más bajo que en cualquier otro modelo, pero es muy fácil adaptarse a la misma dada la configuración del vehículo.

Interiormente deja claro que es un Mazda. La posición de los relojes, consola central y cuadro de mando es similar a la de otros modelos de la marca, aunque la palanca de cambio tiene una estética y posición que ayuda a incrementar esa sensación que exteriormente estila el modelo. El Mazda MX-5 RF dispone de dos motores, uno de 131 CV de potencia, y otro de 160 CV, que es el de la prueba. Evidentemente es un coche potente, con el que podemos alcanzar altas velocidades, pero cuando te pones a los mandos, te dan cuenta de que no hace falta correr para disfrutar de un coche. Las sensaciones de viajar en coupé, con la capota recogida, es algo difícil de explicar y que hay que vivirlo para saber lo que es. Eso sí, cuidado en llevarlo descapotado en días de intenso sol, pues en ese caso deberemos llevar la cabeza bien protegida. El cambio, de seis relaciones se ajusta correctamente, permitiendo disfrutar de sus marchas largas para aumentar el placer de la conducción. El maletero está bien aprovechado, y el techo retráctil no le afecta en nada a los 127 litros que dispone. La apertura está la zona de la placa de matrícula, y se abre siempre y cuando tengamos cerca el mando que alberga todo el sistema de apertura y encendido de un coche que, en ese caso, se pude considerar como un juguete.
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