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Aspecto mucho más refinado

  • Foto del escritor: Raúl Rodríguez
    Raúl Rodríguez
  • 13 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Hace cinco años, Mazda abrió una nueva etapa en su historia con el diseño Kodo y la tecnología Skyactiv. El CX-5 fue el primer modelo de la firma japonesa en aplicar el concepto Jinba Ittai. Las dimensiones exteriores no han cambiado. Mide 4,55 de largo, cinco milímetros menos que su antecesor, midiendo lo mismo que de ancho, 1.84. Esta nueva versión del Mazda CX-5 llega al mercado con varios cambios, sobre todo en su frontal. Ahora podremos diferenciarlo rápidamente de sus antecesores solamente con fijarnos en el grupo óptico. Los faros son más estrechos y alargados, y vienen equipados de serie con Led. El frontal es más largo y afilado, incorporando una nueva parrilla central con el logo de Mazda bien grande. La línea de cintura es más horizontal, incrementando la sensación de un coche amplia. En la zaga también hay modificaciones, introduciendo un nuevo diseño al portón que, en determinados momentos, incluye la apertura automática.

Interiormente también hay cambios significativos. La consola central está dividida por una línea horizontal que marca las diferentes partes. La superior incluye el display multifunción de siete pulgadas con una pantalla táctil y en donde encontramos toda la configuración del vehículo así como el navegador, sistema de audio o sistema de telefonía móvil entre otras cosas. En la parte inferior nos encontramos con el sistema de climatización y tomas de aire. El volante dispone de todos los interruptores necesarios para no sacar la vista del volante, algo muy a tener en cuenta. Incorpora el “head up display”, en la unidad de pruebas en metacrilato, pero existe la opción de que la proyección sea sobre el parabrisas.

La información facilitada es muy valiosa, ya que además de informar de la velocidad y mostrar las señales de tráfico y del navegador, complementa el avisador de ángulo muerto de los retrovisores, iluminándose unas líneas en cada uno de los lados por donde tenemos un obstáculo. Las plazas son cómodas y se adaptan perfectamente al cuerpo. La distancia entre ejes permite que las plazas traseras sean cómodas, con unos buenos centímetros de espacio desde las rodillas al asiento delantero, así como de la cabeza al techo. El maletero es otra de las características de este nuevo Mazda CX-5. Dispone de una capacidad de 477 litros, muy aceptable para un vehículo de estas características; pero si abatimos los asientos traseros, podemos llegar a los 1.620 litros. La unidad probada venía equipada con un motor diésel de 150 CV de potencia y caja manual de seis velocidades. Los resultados de la prueba han sido francamente buenos. Dispone de una buena insonorización que evita los incómodos ruidos que solemos escuchar a la hora de conducir. Dispone de un sistema de ayuda en el cuadro, que nos avisa del momento perfecto para subir o bajar de marcha. La caja de cambios responde a la perfección, y ayuda a que cuando busquemos potencia el vehículo responda sin excesivos apuros y con garra.

Destacar el buen consumo obtenido tras más de doscientos kilómetros de recorrido, en donde la media ha estado en los seis litros, muy cerca de lo que marca el fabricante como consumo óptimo.


 
 
 

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